lunes, 28 de marzo de 2011

LA QUIROPRAXIA






















La quiropraxia o quiropráctica, términos que derivan de dos palabras griegas que significan “manualmente efectivo”, se describe como “el diagnóstico, tratamiento y rehabilitación de afecciones del sistema neuromusculoesquelético”. A través de una serie de exámenes especiales y de técnicas manipulativas, los quiroprácticos pueden diagnosticar y tratar numerosos trastornos relacionados con los nervios, músculos, huesos y articulaciones del cuerpo. La columna vertebral es el principal foco de interés de los quiroprácticos, por lo que muchas personas creen que este tipo de terapia es efectivo solamente para tratar dolores de espalda. De hecho, un terapeuta experimentado puede tratar cualquier tipo de problema estructural, desde cefaleas hasta problemas de tobillos.

En 1895, Daniel David Palmer, fundador de la quiropraxia, trató de sordera al conserje de su despacho mediante realineamiento de algunos pequeños huesos de la columna. Fascinado por este descubrimiento, Palmer se mudó de su país nativo, Canadá, a Davenport (Estados Unidos), donde estableció los principios de la quiropraxía. Dedicó especial atención a la columna vertebral, descubriendo que forma parte integral de los tres elementos fundamentales del cuerpo humano: rodea y protege la médula espinal, que es uno de los elementos fundamentales del sistema nervioso, sirve de apoyo a gran número de músculos y está constituido por una serie de huesos unidos y, por consiguiente, incluye otras tantas articulaciones.

Palmer pensaba que cualquier daño, enfermedad o cambio estructural de la columna vertebral puede afectar a la salud del resto del cuerpo y que, mediante la manipulación, los quiroprácticos podrían no solamente mejorar problemas estructurales como la ciática o las consecuencias de un traumatismo, sino también contribuir a mejorar enfermedades como el asma, provocando tensión en los músculos del tórax.

Prosiguió en el desarrollo de la utilización del ajuste vertebral para tratar enfermedades, descubriendo que, mediante una colocación cuidadosa de los huesos que parecían mal alineados, podía mejorar muchos de los síntomas de sus pacientes sin recurrir a fármacos o a la cirugía.

Daniel Palmer fundó su primera escuela de quiropráctica en Davenport, en 1895. Ese mismo año, W.C. Roentgen inventó el aparato de rayos X, del que se sirvieron los quiroprácticos para sus terapias. En 1907, Bartlet Joshua Palmer se hizo cargo de la incipiente clientela de su padre. Su nombre se asocia en Estados Unidos principalmente con los quiroprácticos que utilizan este de terapia exclusivamente.

Qué puede tratar la quiropraxia

El tratamiento quiropráctico puede utilizarse en muchas enfermedades, pero es especialmente útil en:

· Dolor lumbar (incluyendo el que se produce durante el embarazo).

· Dolor generalizado derivado de presión o lesión del sistema musculoesquelético.

· Ciática.

· Dolor muscular en el cuello, hombro o antebrazo superior.

· Calambres y dolores derivados de actividad deportiva.

· Tensión muscular y luxaciones articulares.

· Dolores de cabeza.

· Rigidez y otras formas de limitación del movimiento en brazos y piernas.

· Asma y otros trastornos internos en determinadas circunstancias.

Un quiropráctico no debe tratar las siguientes dolencias:

· Cualquier trastorno derivados de debilidad o enfermedad propia de los huesos (como osteoporosis, artritis reumatoide y otras enfermedades como el cáncer de hueso, que alteran el tejido óseo).

· Dolencias que derivan de una presión intensa sobre la médula espinal (por ejemplo, fracturas, tumores o lesiones).

· Dolencias que resultan de un trastorno grave de la circulación sanguínea).





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